lunes, 26 de abril de 2010

01. Prólogo.

Me he propuesto la brutal tarea de hablar de Amor. Y quizá ni siquiera sea una proposición, sino más bien una consecuencia de haber vislumbrado en la medida justa, la puerta que se me ha abierto en la realidad de lo que concibo. Y es que la tarea se me hace obligada pues si sé de Amor, entonces conozco en algo su aplicación, su forma, su esencia, sus implicancias.

Es el Amor aquello que da sentido al cosmos. Es una forma de ver el mundo que nos invita a la acción, pero como negación de nuestros intereses por debajo de los intereses de los demás. Es todo cuánto podamos soportar y recibir, más que de derribar y entregar. Nada que ver con lo que yo creía, por cierto.

El Amor está directamente relacionado con nuestras existencias, pues el lío de vivir trae problemas que sí podemos contener cuando estamos intentando amar. Es más, cuanto se pretenda hacer fuera del Amor, nos enreda, nos deprime, nos borra la esperanza, nos derrumba la fe.

De este modo, si sabemos de qué se trata amar, Quién nos mueve a amar y cómo intentarlo, estaremos emprendiendo juntos la misma salida desde lo individual, y formaremos en conjunto la que llamaré la más brutal tarea emprendida por el hombre.

Quedan invitados.