lunes, 26 de abril de 2010

03. No supe cómo amar.

Seguramente cuando menciono a Cristo, cargarás tus ideas de iglesias, de gente que te predica, de tipos que buscan hacer de ti alguien que no te interesa, de templos llenos de ruido o de liturgias cargadas de símbolos que no comprendes. Bien, gracias a Dios, nada de eso es Cristo.

Quizá convengamos que hablar de amor es algo a todos nos afecta de uno y otro modo. Hay gente que se pone melosa. Hay algunos que sienten cierta desepción. Otros incluso sentirán que no sirve de mucho. No obstante, quiero atreverme por una vez más, a que consideres sentarte y hablar de esto que comparé con Cristo.

Pensé en el amor como una motivación que guía mis actos y obtiene lo mejor de mi en relación a otra persona. Más no supe bien cómo amar. Siempre me fue menos complejo querer amar a quién quería que le amara. Pero nunca imaginé amar a quién de mi nada espera. No sólo por la dificultad que ello acarrea, sino también porque no vi cómo hacerlo más allá de la caridad con la que siempre asocié amar a un extraño. Sin embargo, cuando me vi sin saber como amar, puse mi atención en quién resultó ser todo Amor.

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