lunes, 7 de marzo de 2011

17. Hermanos y servidores.

La iglesia generada como consecuencia ante la tarea que se desesprende del Amor, y no como propuesta para expresar el Amor.

Expresada así, la identidad de la iglesia se manifiesta como tantas formas pueda el Amor generar. No en cambio, como una estructura que define y establece una forma de Amar.

Por lo tanto, la congregación que compondrá una iglesia, será diversa, libre, multiexpresiva, según la forma en que seamos llamados a con-movernos entre quienes somos hermanos, y entre quienes espectan y espectamos [sin saberlo muchísimas veces] por esos actos amorosos.

‎"Yo, ante la propuesta de compadecerme, en el sentido de sentir la pasión que otro siente, sea ésta dolorosa o no, y sea este mi hermano o no, me veo necesariamente identificado con quién también se ponga bajo esa propuesta, no como una identidad de la que debamos tomar orgullo. Todo lo contrario: se relaciona más bien, con desesperación y con necesidad".

Visto así: el más servidor, el que más se niega a sí mismo, el que más se conmueve, el que más se compadece, será a su vez, el más quebrantado, y el que más aspecto amoroso tenga. Será por lo tanto, más sufrido, y no querrá que de él tomen nombre para después alzarlo como estandarte. El quebrantado dirá: "sufre mi amor, y luego vemos si tendrás cara para llamarme más 'hombre de Dios' que tú".

Tomar la Cruz de Cristo, significará entonces, caminar como los condenados a la cruz, con el dolor en el cuerpo y en el alma, hasta el monte donde finalmente se será crucificado.

¿Sentirás orgullo y cara entonces de llamarte "Gran Servidor" dentro de tu cristianismo de cánticos y gritoreos?

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