Ya hablaba de lo que yo veía como iglesia antes de pararme en el Amor que hoy creo vivir (a duras penas). Pero, ¿y la iglesia cómo es desde el Amor? ¿Qué fin tiene?
Ya lo conversaba con más gente en otro lado antes, y pienso que la iglesia nos fue dejada como una forma de afrontar entre hermanos la tarea de Amar. No como un organismo que se junta y hace algo determinado, sino como un grupo de gente que se niega, y aquello le cuesta y necesita con-moverse.
La iglesia no necesita de un templo específico. La iglesia no busca un fin propio. La iglesia no busca santificar a nadie. La iglesia no salva. La iglesia no posée verdades. La iglesia ni siquiera tiene personalidad jurídica que pelear. No necesita líderes. No requiere de grupos de alabanza. No busca heredar pastorado a hijos de pastores. No necesita tampoco vestimenta. Ni siquiera un dialecto propio. La iglesia no tiene horarios. No separa a la gente en grupos dentro de ella. No tiene púlpito. No necesita liturgias. No separa entre santos e impuros. No cuenta sus miembros.
¿Y entonces qué hace la iglesia?
Sólo escucha. Sufre. Apoya. Recibe. Abraza. Comprende. Se iguala. Se ensucia con el sucio para mostrarle Quién es capaz de limpiarles. Se menosprecia a sí misma por el bien de quién necesita Amor. Se hace dinámica hasta la incomprensión. La iglesia ni siquiera menciona a Cristo a menos que le pregunten.
jueves, 13 de mayo de 2010
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1 comentarios:
Sería con amor si pudiesemos enseñar las heridas sin ser juzgados, que se huela nuestra pudedumbre sin ignorarnos. Será con amor cuando ore y acompañe...
Muy bueno!
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